Entrevista a Ana Mariani

"La Perla fue el centro de tortura más grande interior del país".
Entrevista a Ana Mariani. 
Por Guillermo Posada

En una entrevista exclusiva la periodista e investigadora Ana Mariani cuenta cómo funcionó el centro clandestino de detención La Perla, guarnición militar por donde habrían pasado de 2.500 a 3.000 detenidos desaparecidos durante la dictadura militar. Mariani, que está produciendo el primer libro de investigación periodística sobre el tema, destaca el valor testimonial de los sobrevivientes y señala la necesidad de que las sociedades tengan registros escritos de sus desgracias históricas.

La sociedad, a pesar de todo lo que se ha publicado, no es totalmente consciente de lo que ha sucedido a pocos kilómetros de Córdoba. Necesitamos saberlo todo, para no quedarnos sólo en el dolor, para que no se repita.", dice Ana Mariani, mientras mira con sus grandes y hermosos ojos celestes teñidos de melancolía. La periodista hace años que cuerpea su vida profesional con el mandato, que asumió ante sí misma, de reflejar los peores momentos de la historia contemporánea cordobesa. Sus notas en el matutino La Voz del Interior son indispensables en cuanto a la información referida al terrorismo de Estado, cuando nuestros destinos estaban en las manos cancerosas de Luciano Benjamín Menéndez.

Financiando de su propio bolsillo una cruda investigación sobre los hechos sucedidos en La Perla Ana, en colaboración con Alejo Gómez, entrevistó a decenas de víctimas de aquellos años aún presentes en la retina de los cordobeses. Pero el costo no es sólo económico: "Hay que estar muy fuerte en términos emocionales. Son muchas horas, muchas noches sin dormir. Cuando vuelvo después de escuchar algunos testimonios me queda la cabeza dada vuelta. Además tengo que cumplir con mi trabajo cotidiano en la empresa donde trabajo".

Si bien, en general, es conocida la historia de los campos de concentración que levantaron los nazis en Europa, "en nuestro país, dice Mariani, la gente piensa que fue distinto. Pero eso no es así. Las marcas que quedan, tanto en los que lo sufrieron en carne propia como en la sociedad, son impresionantes. Y solamente podremos despegar como sociedad si conocemos qué nos pasó". Ese es el papel que Ana eligió desempeñar; y su trabajo no es menor dada la necedad de una provincia conservadora que prefiere no escarbar en un pasado, quizás para no preguntarse cómo está construido su presente.

¿Tu trabajo pareciera buscar una forma de poner a los cordobeses ante su espejo?

Exactamente. Esto nos pasó, esto somos. No le sucedió sólo a los que estuvieron en La Perla. Por eso estamos como estamos, y pagamos hoy las consecuencias de todas las heridas que no cierran. Esperamos que con este juicio, en parte, se cierren; aunque sabemos que nunca cerrarán totalmente. El motivo de hacer el libro es que la gente sepa cómo es un campo de concentración y cómo sale una persona de allí.

¿Cuáles crees que son los puntos que posibilitan que la verdad y la justicia comiencen a despejar lo que sucedió en La Perla?

Yo le doy mucha importancia a quienes trabajaron para que lleguemos a los juicios. Los organismos de Derechos Humanos: la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, el SERPAJ, el CELS, Abuelas, Madres, H.I.J.O.S, Familiares, Ex Presos Políticos.

Por otro lado, es importante el papel de los testigos, quienes son un eje fundamental porque no sabríamos nada si no fuera por esta fisura que dejaron los militares

¿Cómo comenzó tu trabajo sobre La Perla?

Primero comenzamos a buscar sobrevivientes, porque lo principal es lo que ellos nos pueden aportar. Después, empezamos a investigar todo lo que pasó en el Tercer Cuerpo de Ejército, cómo funcionaban los grupos de tareas y el hecho de que el terrorismo de Estado en Córdoba se inició antes del 24 de marzo de 1976. El genocidio, los secuestros y las desapariciones tuvieron lugar con el Comando Libertadores de América y gente que revistaba en la D2 (Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia). Córdoba fue una provincia que se destacó por esto. Desde mediados de 1975 hasta el mismo 24 de marzo hubo una cantidad impresionante de secuestros y desapariciones.

El Comando Libertadores de América estaba comandado por el capitán Héctor Vergéz. También lo integraban Pedro Telleldín (padre del reducidor de autos involucrado en el atentado a la mutual judía Amia), que pertenecía a la D2, y otros oficiales y suboficiales. Pertenecían a estamentos del Estado, por lo tanto sabemos que hubo terrorismo de Estado antes del día del golpe. La noche de reyes de 1976, tres meses antes del golpe de Estado hubo redadas y secuestros en la llamada Noche de los Moncholos (denominación que los grupos paramilitares les daban a los Montoneros). El esquema represivo se preparó antes del golpe, porque de lo contrario no hubiesen estado preparados el 24 de marzo para funcionar, tal como lo explica el testimonio de Cecilia Suzzara, quien ingresó al campo de concentración el mismo 24 de marzo.

¿Qué características tenía La Perla para ser utilizado como centro clandestino?

Fue el campo de concentración más grande del interior del país. Y fue el centro más grande dentro de lo que abarcó el Tercer Cuerpo del Ejército. Se calcula que pasaron por el lugar de 2.500 a 3.000 personas; de acuerdo con los testimonios de los sobrevivientes. Pero quizás nunca lleguemos a saber cuántos fueron exactamente. Algunos de los ex detenidos desaparecidos trabajaban rellenando fichas, en tareas administrativas. Lo que sí sabemos es que confeccionaban fichas por triplicado y que una copia era para los archivos del Tercer Cuerpo de Ejército.

¿Cómo era la mecánica de funcionamiento?

Al ingresar, los detenidos eran llevados a la sala de tortura, denominada "sala de terapia intensiva", y allí eran torturados sistemáticamente. La cuadra donde se alojaba a los detenidos tenía una capacidad de 70 personas. Pero alcanzó a albergar, en 1976, de 150 a 200 personas apiñadas. Cada mes se renovaba la población. Las personas eran fusiladas y se traían nuevos detenidos. El '76 fue el año más terrible, el '77 fue más tranquilo.

Los métodos de tortura fueron variados: desde la picana y el submarino, hasta las denigraciones y los abusos más grandes que se puedan imaginar. Todo esto apoyado por el personal de la guarnición encabezado por Vergéz y por el mayor Ernesto Barreiro, como jefes de las operaciones de calle y de interrogatorio respectivamente. Al primero lo reemplaza el capitán Acosta, actualmente en juicio. Este personal de La Perla estaba apoyado por otros integrantes de las fuerzas armadas denominados "números", designados para actuar en los secuestros. Por su parte la Gendarmería se ocupaba de cuidar la seguridad del lugar.